En la UE hay del orden de 10,5 millones de explotaciones agrarias, es decir, unas 173 mil hectáreas de terreno, casi un 40 por ciento del total de la superficie de la Unión, el 66 por ciento tienen menos de 5 hectáreas.
La UE tiene una superficie de 4 millones de km² (casi el 80 por ciento de esta superficie es zona rural, de las cuales el 50 por ciento es suelo agrícola, y el restante 30 forestal. La población es de 448 millones de habitantes y alcanzaría los 470 millones de personas el 1 de enero de 2050, lo que significa un aumento de 22 millones, en comparación con la actualidad. El 68 por ciento de la población de la UE vive en ciudades, tanto solo el restante 32 reside en zonas rurales.
Del total de población activa que ostenta el planeta, el 25,65 por ciento realiza su actividad profesional en el sector agrícola, dicho porcentaje en la UE es del 3,6 por ciento, es decir, 10,5 millones de personas a tiempo completo, 6 por ciento del PIB y 15 millones de empresas.
Del total de agricultores de la UE, más del 40 por ciento tienen 65 años, o más, menos del 1 por ciento son menores de 25 años, o tienen esa edad. En el planeta la edad media de los agricultores es de 34 años.
La agricultura en la Unión Europea enfrenta una serie de desafíos críticos. En este contexto, se destacan cuatro vectores fundamentales: la escasez de mano de obra, la gestión del agua, la disponibilidad de tierras y las nuevas normativas legislativas en materia de fitosanitarios.
El primero de estos vectores, la escasez de mano de obra, está afectando gravemente a la eficiencia de la producción agrícola, especialmente en tareas que requieren mano de obra intensiva, como la recolección y el cultivo de ciertos productos, como los cultivos lechosos. Esto se ve agravado por la migración laboral y el envejecimiento de la población en las zonas rurales. A este desafío se suma la necesidad urgente de adaptarse a las normativas legislativas incoherentes, que a menudo entran en conflicto con las prácticas agrícolas tradicionales.
Por otro lado, la gestión eficiente del agua es otro vector crítico en la agricultura europea. Con el cambio climático, la escasez de agua se ha vuelto un problema recurrente, especialmente en países del sur de Europa. Por ello, el uso racional del agua y la adopción de tecnologías de riego eficiente se han convertido en herramientas clave para mantener la productividad agrícola sin agotar los recursos hídricos. Finalmente, la disponibilidad de tierra en forma y tamaño adecuado, especialmente debido a la fragmentación de las fincas, plantea una limitación a la expansión de la actividad agrícola. Sin embargo, las nuevas soluciones de explotación conjunta coordinada están paliando dichos efectos negativos.
Enfrentar estos cuatro vectores interrelacionados requiere de una apuesta firme por la innovación, que permite superar las barreras actuales y crear un entorno agrícola más sostenible, eficiente y competitivo.
Desafíos legislativos y su impacto en la agricultura
En los últimos años, la UE ha implementado normativas estrictas que buscan garantizar la sostenibilidad medioambiental, pero estas medidas a menudo chocan con las necesidades de los agricultores. En particular, los cultivos lechosos y otras actividades se enfrentan a dificultades debido a la escasez de tierra, agua y la mano de obra necesaria para su explotación. La legislación que regula el uso del agua y la protección del medio ambiente, si no se adapta, puede llevar a una reducción de la productividad agrícola del continente, y por lo tanto a hacerlo no competitivo en un entorno global.
La escasez de mano de obra y la innovación
Uno de los mayores problemas de la agricultura europea es la falta de mano de obra. La mecanización y las nuevas tecnologías agrícolas son esenciales para superar este desafío. La incorporación de la inteligencia artificial y los sensores en el monitoreo de cultivos mejora la eficiencia en el uso de los recursos, permitiendo a los agricultores adaptarse a las nuevas normativas y aumentar su competitividad, supliendo esa escasez de personal en cierta medida, y haciendo posible cosechar con un índice de mano de obra jamás soñado.
El uso sostenible del agua y la tierra
La gestión eficiente del agua es otro de los pilares sobre los que se debe basar la innovación agrícola. En un contexto como la actual climatología imperante, la optimización de los recursos hídricos es fundamental para mantener los rendimientos agrícolas sin agotar los acuíferos. Las tecnologías como los sistemas de riego de precisión, que ajustan el uso del agua según las necesidades específicas de los cultivos, son herramientas clave para los agricultores en la UE.
La UE necesita una política de agua, e infraestructuras, ajustadas a la realidad de la agricultura, y a la disponibilidad que de esta tenemos, es decir, Europa es un continente con agua mal gestionada, y optimizada.
El tamaño de las fincas y la mejora de la rentabilidad
La fragmentación de las fincas es una realidad común en muchas zonas rurales de Europa, En la UE hay del orden de 10,5 millones de explotaciones agrarias, es decir, unas 173 mil hectáreas de terreno, casi un 40 por ciento del total de la superficie de la Unión, el 66 por ciento tienen menos de 5 hectáreas, de este modo es imposible competir en un entorno global.
La innovación, suple, parcialmente, recursos como la mano de obra, optimiza inputs valiosos y escasos como el agua, hace más eficientes explotaciones con un tamaño inferior, mejorando su competitividad, y lo más importante, evita, cada año en la UE, adecuando en tiempo disponibilidad de alimentos y necesidad de estos, el desperdicio de 153,5 millones de toneladas, por un valor de unos 170 millones de euros, además potencia, la tan necesaria, dignificación de la agricultura.
Juan Vilar Hernández
CEO & Founder Juan Vilar Consultores